La más puta de las putas....

La más puta de las putas....
Llamado el "oficio más antiguo del mundo", es del sazón coloquial la interacción cotidiana, casi invisible, con las prostitutas apostadas en una esquina, esperando con bolsa en mano y chicle o cigarro en boca, al siguiente cliente del día; es tan cualquiera y populachera la imagen social que tenemos de las "mujeres de moral relajada" que a nuestra degradada sociedad pasa imperceptible en nuestro andar cotidiano, la figura taciturna de las mujeres que intercambian sexo por unas cuantas monedas; tan constante se ha vuelto esa imagen para nuestra ridícula sociedad, que lo mismo daría tener una o 20 mujeres en una esquina, apalabrando "sexo sin amor".
Ésta es una de las más grandes muestras de nuestra doble moral ciudadana, social, política y hasta religiosa como mexicanos; somos una espantadiza muchedumbre que arremete contra la más puta de las putas, como el agrandado insulto por excelencia en México, en tanto, pasan desapercibidos para nuestros moralinos ojos, la verdadera presencia de esas mujeres que inundan las calles. Cientos de políticos y "colectivos ciudadanos" luchando en contra de la violencia de género y contra la trata de personas, miles de mexicanos moralistas en contra de la más baja de las perversiones morales, millones de ciudadanos que degradan a ese oficio con chistes y discriminaciones sin ton ni son, en tanto, miles de mujeres son explotadas, tratadas, extraídas a la fuerza, drogadas, golpeadas, asesinadas... todo justo frente a nuestros ojos y muchas de las veces, con la silenciosa complicidad de una sociedad indiferente a problemas que afectan y descomponen nuestro verdadero tejido social.
Celebran con bombo y platillo a la primera mujer electa como jefa de gobierno en la CDMX, cuyo discurso a favor de las mujeres, despide y hiede a una dicotomía moralista clásica del judeocristianismo que representa; de que sirve que la señora hebrea hable de contener la violencia de género, los feminicidios, de dar más y mejores oportunidades a las mujeres, de combatir a brazo partido el crimen que impera en la ciudad de México, si no hay que más que andar a pie a unas cuantas cuadras, en el sentido que sea, del fastuoso palacio del Ayuntamiento, donde ahora despacha, para darse cuenta de una realidad que grita desesperadamente la ausencia de todo estado de derecho en una nación que se dice libre.
Calles y avenidas como Circunvalación, San Pablo, Calzada de Tlalpan, Sullivan, Puente de Alvarado, Hidalgo, Allende, Lázaro Cárdenas, Topacio, Mixcalco, (y la lista es interminable) están engalanadas con piernas y escotes que poco dejan a la imaginación del transeúnte, las entradas a los hoteles de mala muerte, abarrotadas de padrotes que cuidan su negocio y contabilizan los acostones de sus "novias", para llevar una cuenta clara de los altísimos ingresos a sus arcas personales, mirones, depravados, pedófilos, abusadores, todos dándose un festín con surrealistas imágenes de "mujeres de la vida galante".
En tanto, las historias detrás de los brillos, de las minifaldas, del colorete exhaltado, son, en su totalidad, historias de fracasos emocionales, mujeres golpeadas, abusadas desde la infancia, adicciones descontroladas y generadas por los mismos padrotes; son historias de mujeres olvidadas por una sociedad moralista, de falsos conceptos y totalmente indiferente al dolor ajeno; son relatos, que ni los propios maestros del terror, podrían reproducir aún con los pensamientos más torcidos o depravados que se puedan imaginar.... Son mujeres cuyos secretos y misterios, quedan encerrados entre las miradas de los transeúntes que hacen que no las ven, entre aquellos que dan por sentado que siempre están ahí e incluso por aquellos que ya las visualizan como parte del propio mobiliario urbano.
Pero no solo el gobierno tiene culpa al no generar una sola política pública al respecto, la culpa la tenemos todos, todos contribuimos activa o pasivamente a la trata de personas, a las desapariciones forzadas de mujeres, a su trata o prostitución en cada ocasión en la que hacemos que no las vemos, con cada vez que las ignoramos, contribuimos a que un padrote golpee a su novia por no ofrecerse a un cliente, cada nuevo pago por "cariño", contribuye a una nueva desaparición, cada que suponemos que ahí van a estar el día de mañana, contribuimos al homicidio de una mujer....
¿Cuándo entenderemos como sociedad que las personas no somos objetos? ¿Qué los verdaderos cambios comienzan con nosotros y con replantear nuestras actitudes moralistas o moralinas, faltas de toda empatía social...? ¿Cuándo comprenderemos al fin que nosotros somos los que estamos causando el México del que tanto pedimos salir, pero hundimos más día a día con nuestras acciones?